Dan Ariely, el alto crack de la
economía conductual, le sigue dando de comer al Cerdo Capitalista: Hoy; con su
concepto de “sesgo de las expectativas”.
Las impresiones previas pueden llegar
a nublar nuestra capacidad de juicio (Ej: religión, política, deportes, etc.).
Si le decís a alguien de entrada que algo podría tener un gusto desagradable,
lo más probable es que acabe estando de acuerdo contigo; no porque su
experiencia se lo confirme, sino a causa de sus expectativas previas.
Cuando creemos de antemano que algo
será muy bueno, en general resultará serlo; y cuando creemos que será malo,
resultará malo.
Ejemplos:
- La mera
retórica de la descripción de un plato (“delicioso pollo con jengibre al
estilo asiático”) nos puede llevar a esperar algo más que una simple
pechuga de pollo: incrementa la probabilidad de que nos guste (al igual
que añadir pequeñas cosas que suenen exóticas y modernas a nuestra
cocina).
- Cuando invites
a alguien a ver una película, tirale el dato de que ha tenido muy buenas
críticas y esto solo aumentará su disfrute del film :O
- De esto
trata el marketing: de proporcionar información que aumente el placer
esperado y real de alguien. Las expectativas creadas por el marketing
realmente modifican nuestro disfrute.
- Conflictos
palestino-israelí, norteamericano-iraquí, serbo-croata o indio-paquistaní:
en todos estos conflictos, los individuos de ambos bandos pueden leer los
mismos libros de historia e incluso aprender los mismos hechos; pero aún
así, resulta muy poco usual encontrar a personas que estén de acuerdo con
respecto a quién inició el conflicto, de quién es la culpa, quién debería
hacer la siguiente concesión, etc.
Cuando no sea posible despojarnos de
nuestros prejuicios y de nuestros conocimientos previos, quizá podríamos al
menos reconocer que todos nosotros tenemos una perspectiva sesgada. A partir de
tal reconocimiento, podríamos ser capaces de aceptar la idea de que en general
los conflictos requieren una tercera parte neutral que establezca las normas y
reglamentos.