El primero de enero a
la madrugada estaba en Flores, sobre Rivadavia, esperando un taxi o un bondi
que me lleven a mi casa. Había tres grupos de personas por cuadra. Estaba al
7000 de Rivadavia y yo vivo aprox. al 2500 (45 cuadras más 10 desde Rivadavia
hasta mi calle). No pasaba ningún colectivo en absoluto (ninguna línea). Eran
aprox. las 3am del primero de enero (el feriado más feriado del año).
Al esperar un rato
que algún bondi me acerque, me resigné y empecé a caminar: 55 cuadras se pueden
hacer caminando (antes que estar parado en un mismo lugar una hora!). Apenas
hice dos cuadras, el capitalismo me tiró un centro mágico, de esos con una
rabona sobre la línea de fondo.
Veo un taxi vacío con
su cartel de “Libre” iluminado. Para frente al primer grupito de la cuadra. No
los levanta. Sigue. Para frente al segundo grupito de la cuadra. No los levanta.
Sigue. Me para y me dice: “No estoy trabajando por reloj pibe. ¿A dónde vas?”.
Le respondo con la dirección y me dice: “120 pesos, ¿te va?”… “¡Claro que sí!”
respondo con alegría. El viaje, por reloj, me hubiese salido aproximadamente 80 pesos. El tipo se
ve que le estaba metiendo un 50% extra a su tarifa por ser uno de los
poquitísimos tacheros que salió a laburar el primero de enero a las 3am… ¡frente
a una cantidad incalculable de demanda de transporte!
Tras el evento, le
cuento la situación a mis amigos y familiares: Todos se indignan. ¿Por qué se
indignan? ¿Tan sólo porque el muchacho violó una ley escrita por algún
desconocido que poco entendería sobre lo que significa un intercambio libre y
voluntario? Para mí fue algo genial: Si el tachero hubiese respetado a
rajatabla la ley (desoyendo la diferencia guasa entre demanda y oferta del momento),
yo hubiese tenido que caminar 55 cuadras a las 3am por media Capital.
Otra… El finde pasado
estaba en Escobar esperando poder tomarme el 194 (el “Plus”, el cómodo) hasta Once.
Me di cuenta no tenía cargada la Sube. No estaba en medio del lindo caos
céntrico de Buenos Aires, donde hay 200 cargadores de Sube por barrio. Acá
había un solo kiosco y advertía a la clientela que cobraba un peso extra por
cargar la Sube (¡otra ilegalidad!). Al igual que con la primer anécdota, me
pareció bien que el comerciante ponga un pequeño precio extra por brindar ese
servicio cuando nadie más lo brinda… Sin embargo, cuento la anécdota y la gente
también me putea: Que estoy defendiendo una ilegalidad, que son todos chorros,
que los comerciantes son de lo peor, etc… ¿Qué tiene de malo ofrecer un servicio
X por un precio Y, si las reglas de juego están claras para ambas partes?
Yo no hago acá
apología del delito (porque estos dos ejemplos son ilegales, y como ilegales,
están claramente mal). Quiero pensar sobre lo “filosófico” (lo que está más
allá de las dos anécdotas) y expresar cuál es mi visión del mundo.
Creo que hay que
flexibilizar ciertas leyes, para que estas cosas no sean ilegales: El control
gubernamental no sirve para nada. Como diría Ayn Rand, “son grietas mortíferas
en los cimientos del sistema capitalista (único sistema que ha liberado a los
hombres de la esclavitud, de las hambrunas, de las pestes, el terror y la
desesperación paralizante en la cual la mayor parte de los hombre habían vivido
durante todos los siglos pre capitalistas, y en la cual la mayoría de ellos
todavía vive en los países no capitalistas).”