Si
no podés tolerar el calor, salí de la cocina…
A
fin de año leí “El Elemento”, de Ken Robinson. El amigo Ken es el que dio la
famosa charla TED del 2006 sobre por qué las escuelas matan la creatividad (que
tiene más de 20 millones de vistas en el sitio de TED y casi 6 millones en
YouTube).
Lo
que dice el libro, en resumidas cuentas, es que nuestro “gran talento” tiene
dos patas: 1.- Facilidad natural para hacer esa cosa (capacidad) + 2.- Gran
deleite y placer en hacer esa cosa (pasión… lo que lleva a mantener un altísimo
nivel de disciplina por mucho tiempo).
El
tipo pasa, capítulo a capítulo, por decenas de historias de profesionales no
tradicionales muy exitosos: Pintores, bailarines, acróbatas, deportistas, cómicos,
fotógrafos, creativos televisivos, conferencistas, aviadores, jugadores
profesionales de pool (yes! :P), escritores, hip-hopperos, científicos,
escultores, actores, escaladores, peluqueros, empresarios, activistas, y
cheffs.
La
joda está en que las aptitudes no llegan a hacerse patentes a menos que
tengamos la oportunidad de utilizarlas. La consecuencia es que puede que nunca
descubramos nuestro verdadero talento. Si naciste en la India y tu familia era
fanática del criquet, capaz que nunca te das cuenta de tu facilidad natural
para el fútbol (¿Cuántos Maradona’s se habrán perdido en el mundo no
futbolero?). Depende mucho de las oportunidades que tenemos, de las que
creamos, de si las aprovechamos y de cómo lo hacemos. ¿Qué podemos hacer?
Buscar oportunidades que te permitan explorar tu aptitud en campos diferentes.
Ken
sostiene que el pensamiento creativo implica mucho más que los tipos de
pensamiento lógico y lineal dominantes en la forma occidental de considerar la
inteligencia y en especial la educación.
Las
personas que utilizan la creatividad en el trabajo tienen algo en común: aman
el medio en el que trabajan. Los músicos adoran las melodías que componen, los
escritores natos aman las palabras, a los bailarines les encanta el movimiento,
los matemáticos aman los números, los empresarios adoran cerrar negocios, los
grandes profesores aman la enseñanza. Por esta razón, las personas que
fundamentalmente aman lo que hacen no piensan en ello como si fuera un trabajo
en el sentido habitual de la palabra. Lo hacen porque quieren.
La
creatividad con medios diferentes es un asombroso ejemplo de la diversidad de
la inteligencia y de las formas de pensar.
Robinson
también dice que encontrar tu “tribu” (gente que comparta tu pasión) puede
tener efectos transformadores en tu sentido de la identidad y tus objetivos.
Esto se debe a tres poderosas dinámicas tribales: ratificación, inspiración y
la “alquimia de la sinergia”.
Así
que, conclusión obvia: No es importante saber hacer algo muy bien, sino la
combinación entre hacer algo muy bien y estar apasionado por ese algo. Si uno
no siente pasión por ese algo, no va a tolerar ningún “calor” (#metáfora) y
nunca va a desarrollar la disciplina necesaria para llegar a un nivel de
expertise de “maestro total”. ¿Todavía no encontraste ningún “calor”
disfrutable? Seguí buscando.